Nuestro país y el mundo entero se encuentran en una encrucijada.  La humanidad tiene el potencial para lograr la seguridad económica y la abundancia para todo mundo.  Hoy como nunca jamás visto en la historia, es posible tener una comunidad del pueblo, para el pueblo y por el pueblo en que los niños pueden crecer en paz.  O, si no hacemos nada, enfrentamos condiciones cada vez más insostenibles porque la riqueza, producto de la labor humana, es propiedad privada.  El objetivo de la Liga de Revolucionarios por una Nueva América es crear consciencia y unidad entre los trabajadores más afectados para que puedan procurarse las necesidades humanas y evitar la miseria y la catástrofe ambiental que amenaza la vida en nuestro planeta tal y como la conocemos.

Mientras la gente lucha por sobrevivir la guerra, el desastre climático, la pobreza y la pandemia, está surgiendo una nueva forma de estado fascista decidido a aplastarnos a todos—el brutal dominio del poder corporativo.  Utiliza la supremacía blanca, arma histórica norteamericana para atacar a las comunidades de color, dividir la clase trabajadora y quitarnos el voto y los pocos derechos legales que nos quedan al pueblo norteamericano.  La supremacía blanca es un legado del colonialismo, la esclavitud, el robo de tierras y el genocidio de los pueblos indígenas sobre los que se fundó este país.  El fascismo recurre a la violencia para controlar a la clase obrera, hasta tomando control de nuestras relaciones íntimas e identidades personales.  La sociedad tiene que reemplazar las corporaciones e instituciones financieras con entidades que sean son bienes públicos.  Si no, éstas seguirán ampliando su dominio fascista sobre cada aspecto de nuestras vidas.

La revolución económica de nuestros tiempos está creando una nueva clase compuesta de trabajadores desplazados, obligados a buscar empleo en un sistema que ya no los necesita:  trabajadores a tiempo parcial, independientes, con sueldos mínimos o inferior al mínimo o desempleados, incluyendo un inmenso número de refugiados, inmigrantes, personas de color, mujeres y jóvenes.  En EE.UU. el legado de la esclavitud asegura que el pueblo afroamericano sea el núcleo del creciente número de esta clase luchando por sobrevivir el fin del trabajo sostenible.  La llegada de la inteligencia artificial (IA) representa una nueva clase de robótica—la automatización sin intervención humana a un grado hasta mayor que antes.  El sistema parásito de la propiedad privada nos está reemplazando con nuevas tecnologías.

A pesar de que la productividad de la tecnología digital hace posible el bienestar compartido por todos, el sistema de propiedad privada está arrojando al trabajador a la indigencia y, a menudo, al desamparo, mientras va acelerando la extracción, destruyendo la Tierra a la vez.  La extinción masiva que estamos viviendo hoy, crece rápidamente, y ha creado una carrera entre la revolución y la aniquilación.

Nunca jamás habíamos estado en tal situación.  Los trabajadores desplazados por el mercado se están convirtiendo en una clase revolucionaria porque no tenemos interés en el sistema y no podemos sobrevivir sin hacerle frente.  Necesitamos alimentación, hogar, educación, cuidado médico.  Necesitamos una oportunidad para contribuir a la sociedad y ayudar a salvar el planeta.  Necesitamos librarnos del terror policíaco, la encarcelación en masa y la opresión por el mero hecho del género.  Luchamos por un gobierno que antes que todo proteja a la gente.  En última instancia, esto requiere la propiedad pública de los medios para crear riqueza —la tierra, la infraestructura y la tecnología—y la distribución de acuerdo con la necesidad.  La lucha por las necesidades básicas impulsa todas las demás luchas sociales porque ninguno de los problemas sociales, morales o ecológicos se puede resolver mientras exista el sistema de propiedad privada.

Esta clase obrera revolucionaria está surgiendo por todas partes del mundo.  La unidad global entre y junto a los más afectados por la actual crisis es esencial para la libertad global de la humanidad.  Tenemos que hacer todo lo posible para unirnos en las luchas globales.

Las rebeliones de 2020 demostraron que hoy, sea mediante palabras o hechos, las masas de gente socialmente conscientes se declaran revolucionarias ante la pobreza, el racismo y el desastre ecológico del sistema imperante.  La misión de la Liga es unirse con otros revolucionarios en base a las demandas de la clase trabajadora, especialmente de los trabajadores desplazados, y mostrar que la solución es una sociedad cooperativa comunista en que la riqueza social pertenece a todos y se distribuye según la necesidad.

No habrá victoria sin la unidad de clase en base a la denuncia y el rechazo de la supremacía blanca y el heteropatriarcado, tan profundamente arraigado en la estructura de la economía, la política y la historia de este país.  En la lucha práctica, la gente se está uniendo a nivel de los de abajo.  La ascendente igualdad de la miseria los está convirtiendo en una fuerza social.  Dependemos de esta unidad práctica en desarrollo para crear una consciencia política.  La victoria no se logrará hasta que obtengamos el poder político para derrotar el fascismo y organizar la sociedad cooperativa que necesitamos.

Luchamos hombro a hombro con toda organización social y política y todo sector de la sociedad que lucha por ponerle fin a la pobreza, el fracaso social y ecológico, el fascismo y la guerra.  Sin visión, el pueblo perece.  Los seres humanos han comprobado que pueden sobrevivir la barbarie de la esclavitud, el hambre y la guerra mundial y de las ruinas construir un mundo mejor.  La historia le ha planteado una gran misión a la actual generación:  salvar el mundo para salvaguardar el futuro de la vida en el planeta.

La contienda es una de lucha de clases porque la clase dominante es enemiga de la humanidad y de la mismísima Tierra.  El programa de los trabajadores desplazados señala el camino.  Nosotros en la Liga damos la bienvenida y nos adherimos a todo esfuerzo para unirnos en torno a las demandas de la clase revolucionaria y asegurar el futuro, hoy en peligro, de la vida sobre la Tierra. 

julio/augosto 2022. vol.32. Ed4
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